El miedo (texto del 2016)
El miedo nos encarcela. Nos oprime el pecho. El miedo es la llave de nuestra propia cárcel. Podemos utilizarla para encerrarnos y no salir jamás, o podemos abrir la puerta y arrojarla bien lejos, para no volver a esa cárcel. Para ser espíritus libres, auténticos, sin temor a lo que los demás piensen de nosotros. El miedo, la inseguridad, las dudas, son las llaves que nos encierran en nosotros mismos y no nos dejan salir. Las ideas, los pensamientos, las ganas de vivir, los proyectos de vida, todo aquello que queremos hacer y lo que queremos ser quedan atrapados en nuestra mente, por temor. No vivimos, no somos, no hacemos. Por miedo. Miedo a lo que opinen nuestros padres, nuestros amigos, y la sociedad. Miedo a ser rechazados por ser y pensar diferente al resto. Miedo a vivir libremente, a expresarnos, a hablar de lo que sentimos, de lo que pensamos, de nuestros problemas. Miedo a que nadie en el planeta Tierra nos comprenda. Y así, los miedos nos van limitando; ya no queremos ser, ya no queremos pensar, ya no queremos ser libres, ya no queremos ser nosotros mismos ante la sociedad. Los estereotipos nos llevan a pensar que, tal vez, deberíamos ser como la sociedad quiere que seamos, en vez de ser libres.
La clave para alejar los miedos es resistir. Luchar. Levantarse después de caer. Aunque el camino sea difícil y lleno de obstáculos, vale la pena atravesarlo para llegar a la meta: abrazar la libertad.
La clave para alejar los miedos es resistir. Luchar. Levantarse después de caer. Aunque el camino sea difícil y lleno de obstáculos, vale la pena atravesarlo para llegar a la meta: abrazar la libertad.
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